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lunes, 16 de julio de 2012

LIBRO I "LA CIUDAD BLANCA". Capítulo XV (IV)



Treinta de Marzo de 1810 (Anno Domini). Isla de León

-Va a saltar el Levante, míster.

No me sorprendió la expresión de mi cochero pues llevaba el suficiente tiempo en esta parte del Mundo como para saber lo que ello significaba.

Pese a que aún no lo había experimentado en toda su magnitud había oído hablar de lo terrible que resulta este viento en el ánimo de las gentes de por aquí. No hay cristiano en Cádiz o en La Isla que no achaque al Levante todos los males habidos y por haber.

Así, si un hombre ha cortado el cuello de su mujer o de algún prójimo, es por culpa del Levante; si tal o cual sujeto se ha arrojado a un pozo, ha sido por su influencia; si la fruta está llena de gusanos es porque éstos buscan refugio del Levante… y así hasta completar un catálogo digno de figurar en la Enciclopaedia Britannica.

Y, a pesar de que el día había transcurrido apacible, las indicaciones del cochero parecían no dejar a dudas ante mi pregunta acerca de su aseveración:

-Dese cuenta, míster, que se nota el olor a marisma.

Ya había oído antes que ese era uno de las señales de que el temido viento haría su aparición y, en verdad, un olor pútrido parecía invadir la totalidad de cuanto me rodeaba.

De este modo, mientras el carruaje circulaba por la carretera que bajaba hacia el curso del Sancti Petri, lo que empezó como una brisa que arremolinaba la arena se tornó en un furioso vendaval cuyo rugido parecía salir del fondo del Averno.

El caballo bufaba irritado por los aguijonazos de la arena y yo mismo imité al cochero cubriendo la totalidad de mi rostro con un pañuelo de tal suerte que asemejo a un remedo de Dick Turpin, incluyendo la casaca encarnada.

Penosamente, y no exagero un ápice, llegamos ante los centinelas de Gallineras y prestamente penetré en el barracón que hacía las veces de puesto de mando. Me encontré a Will Pendlebury encolerizado, como si aquél terrible viento influyera en su ánimo por lo general apacible.

-¿Quién mandó colocar los cestones rellenos de arena en la posición?

-Fue el mayor Hibbott, señor-respondió un subalterno de artillería que parecía arrancado del aula de aritmética del Trinity.

-¿Y no sabía el mayor Hibbott que los españoles habían desaconsejado su empleo por los vientos?-bramó Pendlebury.

Azorado, el subalterno trato de responder.

-Sí, sí señor, pero dijo, el mayor, que no había que hacer caso de lo que dijeran los españoles.

Pendlebury parecía soliviantado.

-Está bien. Cuando amaine limpien de arena los cañones, los armones y todo lo demás. Y cuando hayan acabado trasplanten ejemplares de ese arbusto espinoso local y cubran las posiciones con ellos, tal y como dijeron los españoles. Y si el mayor Hibbott les ordena algo en contrario díganle que actúo en nombre del general Graham. ¿Entendido?

En el ínterin hice notar mi presencia con un gesto de modo que, con voz cansada, dio por concluida la sesión y se dirigió hacia mi posición.

-Vaya viento. No sé cómo pueden vivir aquí.

-Es bueno para evitar que la humedad se enseñoree de todo- dije recordando las palabras de Manuel Sánchez sobre los beneficios de ese viento atroz.
Pendlebury me miró entre huraño y divertido.

-Sí, eso es cierto. De todos modos no me gusta. ¿Has visto qué desastre? Un mayor idiota se ha empeñado en cubrir los parapetos con cestones llenos de arena y mira lo que ha pasado.

No hacía falta una gran inteligencia para saber lo que había ocurrido: el viento había esparcido la arena de los cestones y esta había llenado las bocas y los oídos de los cañones, e inclusive se había mezclado parcialmente con pólvora cuyos barriles no estaban lo bastante bien protegidos.

-Si observas las posiciones españolas-añadió Pendlebury señalando el mapa que colgaba de la pared y que señalaba, con pequeñas banderas, las baterías a lo largo del Sancti Petri, así como la maraña de caños y ramales de nombre irreproducible- verás que están todas bordeadas de un arbusto que aquí llaman chumbera y está cubierto de espinos. Aparte de proteger, disimula muy bien las piezas.

Asentí mas hube de interrumpirle pues juzgué que era hora de que me pusiera en camino.


-Pues me parece que no va a hacer falta que vayas a ninguna parte.

Y, sin más, me indicó que le siguiera.

Caminamos un trecho hasta unos barracones custodiados por unos soldados de casaca azul de aspecto desastrado pero marcial.

-Son infantes de marina españoles-dijo Will. Guarnecen esta parte de las líneas pero no disponemos de intérprete, de momento, y ellos no hablan apenas inglés excepto uno o dos.

Nada más entrar me topé con un infante, un sargento según pude distinguir, que se cuadró respetuoso.

-A sus órdenes, mi capitán-dijo en un inglés aceptable dirigiéndose a Will.

-Descanse, sargento-respondió al tiempo que me señalaba.

-Este es el teniente Talling.

-Sargento Javier García, a sus órdenes-dijo en español. Haga el favor de seguirme.

Hice lo que me dijo y me condujo a un pequeño cuarto que, a su vez, desembocaba en lo que parecía ser el comedor del barracón. Sentados sobre una mesa, tres hombres miraban hacia donde me encontraba.

-Aunque en nuestro primer, y hasta entonces último encuentro, no había podido observar bien sus rasgos pude colegir que uno de ellos era José Galván, El Recio.

 Se puso en pie y se dirigió a mí tendiéndome la mano.

-No le esperaba aquí, dije mientras le cumplimentaba. En realidad esperaba embarcar en breve.

El Recio lanzó una risotada.

-¿Con este tiempo? Se habrían ido a pique nada más salir de Sancti Petri. Hay otras formas de entrar y salir de aquí-añadió señalando a uno de los hombres que permanecía sentado.

-Paco es un escopetero de la compañía de Sánchez de la Campa-dijo.

-¿Es alguna milicia local? No lleva uniforme-indiqué.

Galván sonrió de nuevo.

-Son salineros. Conocen estos caños mejor que a sus mujeres. Él me ha traído desde Chiclana y con él regresaré.

Negué con la cabeza, incrédulo.

-¿Quiere decir que ha conseguido llegar hasta aquí desde Chiclana a través del campo enemigo?

-Se puede-terció el sargento García. –
Incluso hay embarcaciones capaces de maniobrar por los caños. Solamente es cuestión de saber por donde se pisa.

-Un mal paso y se te puede tragar una poceta de cieno-intervino el tal Paco. Una vez vi como un mulo desaparecía tragado por una de esas. No quedó nada de él.

Experimenté una sensación de horror al oír aquello y confié en que mis órdenes no incluyesen tener que internarme en semejante lugar.

-Bueno-cortó Galván. –Aquí está lo que le prometí, teniente-agregó mientras me tendía un billete doblado cuidadosamente.

-Espero que sus superiores verán que somos gente de palabra y que estamos dispuestos a luchar, si ustedes nos dan armas.
        
Intercambiamos algunas palabras más hasta que Galván dio por concluida la reunión y se aprestaba, junto a Paco y el hombre que le escoltaba, a internarse en aquel siniestro dédalo de ciénagas.



 Salí a reunirme con Will con el deseo de regresar cuanto antes a Cádiz toda vez que la perspectiva de una nueva aventura a bordo del Pigeon en las costas enemigas se había esfumado por obra del Levante.
        
-Con el Levante por la retaguardia llegaremos a Cádiz enseguidita, míster-rió el cochero mientras azuzaba al jamelgo y enfilaba la carretera. Aún tendría tiempo de despachar una buena cena en el Montañés y una visita a casa de Doña Violante.


    Y mañana ya entregaría a Arliss el documento que me diera El Recio  y donde se detallaba el despliegue del Ejército Francés frente a Cádiz y La Isla.

ARMÉE du MIDI
Commandée en chef par le Maréchal Duc de Dalmatie (SOULT).
 

1° Corps d’Armée.
Commandé par le Maréchal duc de BELLUNE (VICTOR) QG à Chiclana.

1ère Division "Ruffin".
 QG à Puerto Real.
- 96 de línea 2º y 3º.
- 24 de línea 1º 2º y 3º.
- 63 de línea 1º, 2º y 3º.
- 09º Ligero 1º, 2º y 3º.
 

2ª Division "Leval".
 QG à Puerto Real.
- Nassau 1º y 2º.
- Baden 1º y 2º.
- Reg. Hessen-Darmstadt (Voltigeurs Alemanes)
 

3ª Divison "Villatte".
 QG à Chiclana.
- 27 Ligero 1º 2º y 3º.
- 96 de línea 1º.
- 94 de línea 1º 2º y 3º.
- 95 de línea 1º 2º y 3º.
 

Division de cavalerie légère "Beaumon".
 QG à Arcos. 

1° Division de dragons "Latour-Maubourg".
 QG à Medina Sidonia.
- 2º Dragones.
- 4º Dragones.
- 20º Dragones.
- 14º Dragones.
- 25 Dragones.
 

Guarnición de Xerez de la Frontera
-1º Dragones                     -21º Dragones
-41º Dragones                   -8º Bón. Tren de Bagajes
-16 de línea


Parc d’artillerie et le génie "Bruyer".  Brigade de siège du génie devant Cadix "Garbé".  Troupes de marine "Saizieu". 
Total: 34.849. Officiers 354; Soldats 25.997. 


2 comentarios:

  1. Enganchado me tiene usted mi coronel, pero hay renglones que no se pueden leer.
    Bonita entrada para hacer publicidad de la tienda de mi mujer. :)

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  2. Gracias Doc. Lo de los renglones en blanco no tengo ni idea de por qué me pasa pero ya me ha sucedido dos veces. Si sabes cómo arreglarlo dímelo.

    Un abrazo.

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