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sábado, 23 de marzo de 2013

LIBRO II "ERIN GO BRAGH". Capítulo IV



Siete de Abril de 1810 (Anno Domini). Isla de León

-Aunque el tiempo es pésimo, me temo que no podemos retrasar su misión por más tiempo.

La voz del general Stewart era grave, casi fúnebre pero para mí sonaba como un millar de arpas de Erin. Por fin iba a salir de la inactividad en que me hallaba a causa de la muerte del mayor Webb y, a la vez, de la reclusión a que estaba sometido por la fuerza de los acontecimientos y por las ocurrencias de Will Pendlebury.

Porque este siete de Abril es el tercer día que me encuentra en un barracón de la posición de Gallineras Altas bajo la custodia de un puñado de infantes de marina españoles que, a fe, se toman a mucha honra su misión pues, excepción hecha del propio Pendlebury y del general Stewart, nadie se ha acercado hasta mi.


Al parecer la idea que Pendlebury tenía acerca de la seguridad de mi humilde persona, habida cuenta de que aparentemente soy insustituible, consistía en recluirme entre una guarnición española cuyos componentes, salvo un par de excepciones, no hablan inglés pero que, apenas han recibido las órdenes oportunas de un comandante que, su vez, ha sido enviado por el mismísimo Don Diego de Alvear, gobernador militar de la plaza, las han ejecutado con ejemplar celo, hasta el punto de que varios de ellos han de acompañarme en la misión que estoy a punto de iniciar y que, al parecer, ha de llevarme de nuevo a territorio enemigo y, nuevamente, a bordo del Pigeon.

Y aunque estos días no he dedicado demasiada atención a este diario, toda vez que la abulia de la reclusión y la falta de noticias sobre las pesquisas que realiza Arliss en Cádiz me desaniman sobremanera, no quiero entrar en acción sin consignar siquiera los nombres de quienes  han hecho de mi custodia su misión primigenia.

Debo decir que toda una escuadra ha sido encargada de mi protección. Al parecer los libelos que me acusan del asesinato de Arliss han sido distribuidos con profusión lo que ha causado no pocos enfrentamientos entre la tropa y aún entre los propios oficiales. El hecho de que algunas voces entre los más acérrimos orangistas que campan en nuestras tropas aquí estacadas hayan exigido mi muerte es signo de que, después de todo, el quedar aislado pueda evitar unos disturbios entre nuestros soldados que tan flaco favor harían a la causa que defendemos.
 
Ya conocía al sargento Javier García de cuando el guerrillero apodado El Recio había venido a mi encuentro y nos entrevistamos en el mismo lugar donde ahora me hallo. En puridad he podido hablar más con él que con su oficial al mando, un teniente apellidado Muñoz a quien no parecen gustarle los británicos, ni tampoco la vida militar pues pasa más tiempo en los cafés y tabernas de La Isla que en su puesto. García, como ya consigné anteriormente, habla un inglés más que correcto fruto de una estancia de varios meses en un pontón de Portsmouth. No se muestra resentido de aquello, más al contrario reconoce que pasado un tiempo gozaba de libertad suficiente como para frecuentar tabernas y casas de mala nota aunque admite que la comida de allá es una de las peores experiencias que ha sufrido en esta vida.

De los hombres a su mando, he tenido ocasión de conocer a algunos y oír hablar de otros, debo decir que forman un grupo abigarrado pues lo componen tanto veteranos como bisoños; hombres de distinta procedencia que han acabado bajo las banderas y vistiendo el uniforme de un cuerpo que, como nuestros lobsters§, se precia de su valor y lealtad. Desde el cabo Manuel Braza, veterano que se ha curtido en combates contra los berberiscos y ganado fama en el Norte de África; hasta los más jóvenes Alejandro Cantero y José Antonio Salguero componen una unidad singularmente leal al sargento García y, no lo dudo, a mí mismo.


NOMBRE
GRADUACIÓN
PROCEDENCIA
Javier García
Sargento
Cádiz
Manuel Braza
Cabo
Isla de León
Jesús Delgado
Gastador
Cádiz
José Antonio Montiel
Infante
Isla de León
Juan Ramón Valverde
Infante
Madrid
Guillén Bancalero
Infante
Cádiz
Javier Medinilla
Infante
Cartagena (de Levante)
Beppo Gaetano
Infante
Nápoles
Alejandro Cantero
Infante
Sanlúcar de Barrameda
José Antonio Salguero
Infante
Cádiz



§ Langosta. Apodo de los Royal Marines

2 comentarios:

  1. ¡Cuánto ilustre soldado!, compañeros de esfuerzos y fatigas en mi época destinado en Cádiz.

    Tte. Tarín

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  2. La escuadra de Javier García no podía ser otra, señor ayudante de cirujano.

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